Juan Rivera
Si
cualquier malnacido, refiriéndose a las víctimas
del terrorismo hubiese
dicho de ellas “las mataron porque se lo merecían”, de nada le
serviría pedir una tenue disculpa y achacar su exceso al calentón
de un debate político.
Hoy llevaría varios días detenido e interrogado por la policía,
la Fiscalía hubiese actuado contra él de oficio por apología del
terrorismo y los medios de difusión ideológica ( prensa, radio, tv)
nos estarían recordando su infamia a todas horas. No se libraría
del envite por muchos perdones que pidiera.
Sin
embargo, habiendo pasado algo similar, la respuesta ha sido
totalmente distinta. El alcalde de Baralla ( Lugo ), Manuel González,
en un pleno en el que se pedía la condena de los actos violentos del
grupo Resistencia Galega, se negó a su vez a condenar el Franquismo
y para dejar claro su pensamiento, plenamente consciente remató que
las personas condenadas a muerte por la Dictadura “
será porque se lo merecían”.
Seguramente
sin pretenderlo y muy a su pesar, acababa de darle forma exacta a una
realidad de la que dejamos constancia en muchos artículos: en el
seno del PP anida lo más negro de la intolerancia hispana, la
facción política que nos hizo sufrir la larga noche del fascismo.
Tal
vez el regidor gallego sea campechano, de trato afable, capaz de
acariciar perros o , si los hay en el pueblo, ayudar a cruzar
semáforos a los ancianos. Puede que se sienta en comunión con Dios
los domingos. O que, al igual que Mayor Oreja, disfrutase de “ la
extraordinaria placidez del franquismo”. No lo conozco.
Pero
por sus palabras si conozco varias cosas de él. Vive de forma
natural y sin complejos su apoyo explícito a las dictaduras de
extrema derecha. Y lo que es más grave: es incapaz de sentir
empatía, de
comprender el mensaje del otro para establecer un diálogo, por los
humillados, apaleados y heterodoxos de la Historia española. Por
ello se permite el exabrupto.
Ningún
país democrático permitiría insultar de esa manera la memoria de
los conciudadanos perseguidos con saña hasta la muerte por un
Régimen totalitario. Pero es que en ningún país que no sea España
sus dirigentes consentirían ( sin vergüenza) que los restos de
decenas de miles de víctimas sigan mal enterrados, tirados en
cunetas sin nombre. Negando el derecho al recuerdo de los suyos.
O
que los pocos verdugos que aún quedan, sus hijos o nietos, parezcan
ufanarse de la hazaña poniendo trabas a las exhumaciones, a los
intentos de recuperar la Memoria Histórica.
Tampoco
ninguna Derecha democrática tendría en sus altares a Franco. El
caso español se rige por una lógica familiar. Basta con hacer la
prueba del ADN político: el PP se limita a asumir el legado de sus
progenitores.
Gran
parte del problema se generó con el pacto llamado Transición.
Por
ello conviene ahora revisarlo críticamente. Hasta el alumno más
torpe intuye que si en un partido de fútbol el resultado es 11 a 3 ó
15 a 4, no ha existido disputa. Y que si éste se traduce a
represaliados y víctimas no se puede hablar de equilibrio y empate.
En
la Transición fue la Izquierda
quien asumió el coste. Dejó
que la Historia se reescribiera, consintió que la exégesis se
hiciera incensando al Borbón mientras ocultaba, además de los
cadáveres de militantes y simpatizantes, a los miles de
encarcelados, juzgados por el TOP, torturados... en los casi cuarenta
años de Dictadura.
Avaló el lavado de cara -sin pedir la limpieza de las cloacas- que
permitiese obtener el certificado de homologación europeo. A cambio
de una Constitución llena de artículos para incumplir.
De golpe los herederos del Franquismo se transmutaron en
demócratas, marchando todos juntos, el rey primero, por la senda
constitucional. Durante unos decenios disimularon. Hoy ni eso.
Al
hilo de la mayoría absoluta que le da una injusta ley Electoral, no
las urnas, al PP no le importa cargarse la Enseñanza Pública. Sus
hijos no necesitan becas y de camino anulan la competencia de las
clases populares que acceden a la Universidad pues, de momento, el
dinero no da la inteligencia y la sociedad española está ahíta de
zoquetes con los bolsillos llenos pero con la capacidad intelectual
vacía.
No
le importa destruir la Sanidad Pública porque no la utiliza. Ni
insultar la memoria de las víctimas y a sus familias. De la
corrupción de sus finanzas, sólo que aflore y se sepa.
Todos
los días nos obsequian con una flor del subconsciente. Del “ que
se jodan los parados” de la hija de Fabra a “ privatizo la
Sanidad y termino colocado en las empresas favorecidas” de Güemes
y Lamela; pasando por acceder a la presidencia de la Comunidad
gracias a la oportuna desaparición de dos tránsfugas o realizar
campañas electorales hipermillonarias con el dinero obtenido por los
conseguidores de la Gürtel o el hasta hace unos días en los sms de
Rajoy Luis “nada
es fácil. Hacemos lo que podemos.Ánimo” Bárcenas.
Dejamos
aquí la lista. Completa da para una tesis.
Cuando
se han subido tantos peldaños de lodo,¿ por qué retroceder ante la
ignominia?.¿ Por qué dejar de rebuznar a la luz del día y no decir
“ se lo merecían”?.
De
momento les está saliendo gratis.
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