sábado, 10 de agosto de 2013

Fines y Medios

Julio Anguita, Excoordinador general de IU.

La semana pasada dejé entrever que dedicaría esta sección a exponer otra visión, otro paradigma, otros supuestos desde los cuales afrontar la crisis de civilización en la que estamos inmersos. Prometo empezar en la próxima. Y la razón no es otra que mi intención de dejar sentado, desde la levedad de estas pocas líneas, que ya es imposible seguir, a riesgo de catástrofe social y de bancarrota de la Hacienda Pública, por esta senda de contumacias, errores y beneficios para una exigua minoría.
Las medidas recomendadas hace pocos días por el FMI me dan pie a estas consideraciones. Constituye una obviedad con naturaleza de axioma que en toda propuesta, plan o previsión programada los fines empleados para la consecución del objetivo deben adecuarse al fin que se persigue.
Dicho de otra manera, los medios deben contener elementos, retazos, rasgos, apuntes, indicios del fin al que se dirigen. Esa es la razón de cómo no podemos hablar de conseguir una situación de democracia plena con medidas que la niegan. Y lo mismo podemos decir, mutatis mutandi, con respecto a un objetivo de pleno empleo con medidas que lo destruyen y sin que se planteen los puestos de trabajo alternativos o al menos los proyectos concretos de tejido productivo que sintonicen con la meta perseguida.
Lo que estamos viendo no es otra cosa que una siniestra ruleta en la que el azar y el croupier llamado mercado sólo garantizan la demora, la dilación, el aplazamiento de lo inexorable. Tanto el FMI como su presidenta la señora Lagarde, han planteado el futuro con toda la crudeza que ya no ocultan: bajadas de salario a cambio de puestos de trabajo ¿dónde? ¿cómo? y revisar a la baja el gasto en pensiones, educación y sanidad. La exigua minoría que se aprovecha de la situación está contenta, sus secuaces también. Y el ciudadano medio que ya no juega a creérselo, únicamente espera que el sol salga mañana de la misma manera que lo espera el reo del corredor de la muerte.

eleconomista.es

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