Manolo Monereo: ” la Unión Europea no es “renovable” ni 
“refundable”; además, Europa no es lo mismo que la Unión Europea. “Voy 
mucho más allá de romper con el euro. Soy partidario de “desglobalizar”,
 “desmundializar”, “reconstruir el estado” (un estado “fuerte”) y así 
constituir una República soberana, de base municipal, democrática y 
federalista”.
Por Enric Llopis, periodista
Presentación del libro de Manolo Monereo “Por Europa, contra 
el sistema euro”. Jornadas “Por la recuperación de la soberanía: salir 
del euro”
 Socialismo 21
Le preguntan al politólogo Manolo Monereo por el “sujeto de la 
revolución” en las jornadas estatales del Frente Cívico celebradas este 
fin de semana en Valencia. “Se construye en el mismo proceso de la 
revolución”, explica, “no está predeterminado”. ¿Ha sustituido el 
“precariado” a la “clase obrera”? “Que la clase obrera no tenga 
conciencia de serlo no implica que no exista”, responde. Monereo ha 
presentado en las jornadas su último libro, “Por Europa, contra el 
sistema euro” (El Viejo Topo).
En las últimas décadas se han dado transformaciones sustantivas en la
 estructura y composición de la clase trabajadora, así como en su nivel 
de conciencia. En España, por ejemplo, todo ello aparece vinculado a los
 procesos de desindustrialización. Pero no debe olvidarse un fenómeno 
global: desde 1989, con la caída del campo socialista, se produce la 
denominada “gran duplicación”, es decir, 2.000 millones de trabajadores 
aparecen “de golpe” y dispuestos a valorizarse en el mercado mundial. 
Esa mano de obra es empujada al mercado global con el fin de que la 
clase trabajadora compita entre sí. Es un fenómeno en el que se insiste 
poco. “Por eso, a la hora de proponer alternativas, es importante la 
inserción de la clase obrera en el propio territorio”, apunta Monereo.
El comunismo existe. No es una abstracción. Y existe porque en las 
sociedades capitalistas se continúa dando una contradicción entre las 
fuerzas productivas y las relaciones de producción. Entonces, ¿dónde 
hallar el sujeto revolucionario? Una gran reserva estratégica para 
cualquier opción emancipadora esta en los jóvenes (hoy, desde los 15 a 
los 40 años), hijos de las capas medias y la clase trabajadora, muchos 
de ellos con buena formación pero sin empleo ni horizonte vital. “Esto 
será decisivo cara al futuro”. Según Monereo, “podríamos reducir la 
jornada laboral y repartir el trabajo pero, en lugar de hacerlo, 
construimos sociedades en las que los individuos se devoran”. Con todo, 
el socialismo continúa siempre ahí, filtrándose en las contradicciones 
de la economía capitalista.
En el análisis debe considerarse que la izquierda se enfrenta aún a 
la gran derrota cultural de los años 90. Y por eso, ahora, “se trata de 
convencer a gran parte de los trabajadores de que esta sociedad no 
ofrece alternativa”. La gran cuestión: ¿Cómo se protegen las clases 
trabajadoras, desamparadas ante la crisis? O dicho de otro modo, ¿cómo 
despertar y reconstruir el imaginario socialista? El fascismo está al 
acecho, presto para proporcionarles identidad. Además, a la izquierda se
 le ha dejado inerme frente al capitalismo. “Y en ello tiene la 
socialdemocracia la responsabilidad principal”, concluye el 
politólogo.Lo importante para Monereo es que la resistencia contra la 
dictadura, los partisanos, el maquis, los viejos militantes obreros y 
campesinos “se jugaban la vida, morían por un proyecto de transformación
 social”. Porque el comunismo es, en el fondo, “una religión popular 
laica” (como venía a considerar Gramsci). “Nosotros hemos de ser 
profundamente creyentes en que hay que cambiar esta sociedad”.
Y, así, construir el socialismo, una forma de organización social que
 tiende a desmercantilizar el conjunto de las relaciones sociales, y 
sobre todo: la fuerza de trabajo (que ha de quedar al margen de las 
leyes de la oferta y la demanda); la naturaleza (“estamos construyendo 
un mundo donde nuestra vida no es posible”); la moneda (decía Lenin que 
la unidad monetaria es “poder concentrado”; por ello, los bancos 
deberían ser públicos); y el trabajo doméstico, que debería 
socializarse. Sumadas estas cuatro tendencias, se alcanza la democracia 
de la vida cotidiana.
En pocas palabras, “fe, voluntad, organización, proyecto y lucha”. 
Para atravesar el desierto y construir el socialismo. La clave es que 
durante el trayecto, durante la larguísima transición, “nos vamos 
cambiando como seres humanos, es decir, para ser libres e iguales nos 
hemos de construir libres e iguales en el proceso de lucha por la 
liberación”.
Mientras, hasta que llega la nueva sociedad socialista, habrían de 
construirse redes de autosolidaridad y autoorganización, que nos vayan 
liberando de los procesos de mercantilización. Al final, decía Lukacs, 
el socialismo es la democracia de la vida cotidiana. También, una 
ciudadanía (a lo Robespierre) con derechos y deberes, “aunque en España 
siempre hayamos sido súbditos”, recuerda Manolo Monereo.
“Necesitamos un socialismo que le diga a la gente que va a vivir 
mejor que en el capitalismo, y que va a ser protagonista”. Sabiendo, de 
nuevo, que hay que afrontar una larga transición para cambiarnos a 
nosotros como seres humanos (“fue esta la gran verdad del Che”, 
introduce Monereo). Que los hombres y las mujeres se conviertan en 
dueños de sus destinos en la fábrica, en el tajo y en los hogares.
Es cierto, por tanto, que la sociedad capitalista está preñada, 
impregnada de comunismo, que penetra por todas las contradicciones. 
“Pero no hay socialismo sin que cambiemos nosotros un poco cada día; 
esto lo aprendí de Jesús de Nazaret, pero también de Anselmo Lorenzo, de
 Pablo Iglesias, Dolores Ibárruri y Pepe Díaz, que se la jugaron por eso
 que se dio en llamar socialismo y comunismo”.
El libro “Por Europa, contra el sistema euro” (El Viejo Topo) cuenta 
con un cuerpo de reflexiones de Manolo Monereo, un prólogo del portavoz 
estatal del Frente Cívico, Héctor Illueca, y una entrevista del 
periodista Enric Llopis al politólogo.
El texto se compone de tres grandes bloques. El primero, con 
reflexiones sobre los cambios geopolíticos que están produciéndose 
actualmente en el mundo; un segundo gran apartado sobre la Unión Europea
 y el tercero sobre España, que incluye reflexiones en torno a la 
identidad nacional. Son tres “nudos” para situarnos “a la altura de los 
tiempos”, afirma Monereo parafraseando a Ortega y Gasset.
“Vivimos una época terrible, en la que contamos con una ingente 
cantidad de información y muy poca opinión”. En ese contexto, “uno de 
los grandes problemas de la izquierda es la falta de una 
visión/interpretación del mundo capaz de orientar sus políticas y sus 
alianzas”, explica Manolo Monereo, que se remonta a los clásicos y a sus
 análisis: Puede que muchos de los datos y las informaciones que Lenin 
aportaba en su obra “El Imperialismo, estadio superior del capitalismo” 
no fueran acertados, pero lo importante es que de estos datos sacaba 
prospectivas. “Contra lo que afirman Kautsky/Negri, la globalización 
existe”.
Y con una tendencia al conflicto, a la guerra y las revoluciones. 
“Lenin ofreció una perspectiva histórica que se cumplió al detalle hasta
 1945”. “Hoy echo esto en falta”. ¿Cuál es la prospectiva?
Monereo observa en el mundo actual grandes focos de tensión, 
conflicto y posibilidades de revolución y contrarrevolución (lo que 
sucede en Ucrania y Venezuela no resulta ajeno a estos procesos). 
Retornan las grandes potencias, pero también las posibilidades para las 
clases populares, ya que “lo verdaderamente insoportable era el mundo 
unipolar”.
En el núcleo de la crisis actual convergen diferentes “nudos”. 
Primero, una crisis sistémica del capitalismo; En segundo lugar, una 
gran transición geopolítica internacional que cuestiona la hegemonía de 
Estados Unidos como imperio, es decir, la multipolaridad. En ese 
contexto, retornan los estados-nación, “que nunca se fueron; en el 
neoliberalismo, el estado es enormemente intervencionista, como ocurre, 
por ejemplo, con el ordoliberalismo alemán”.
Otro “nudo” lo constituye la crisis del Occidentalismo. El mismo día 
del descubrimiento de América, según Aníbal Quijano, se inauguró el 
occidentalismo, la modernidad, el capitalismo y el racismo.
En esa crisis se inserta la Unión Europa, “una máquina imperialista 
en las relaciones internacionales”, subraya Monereo, “en cuyo diseño ya 
está implícita la condición subalterna respecto a Estados Unidos, y la 
agresión a otros pueblos y potencias”. Ejemplo reciente de ello es el 
Tratado de Libre Comercio e Inversiones entre los bloques europeo y 
estadounidense. A estos factores se agrega una crisis ecológico-social 
del planeta.
Lo que subraya la crisis actual es el fracaso de la segunda 
globalización capitalista, iniciada tras la crisis de los años 70; la 
primera globalización (1870-1914), promovida por una potencia en declive
 -Gran Bretaña-, se saldó con la guerra de los 30 años (1914-1945). En 
términos de Karl Polanyi, y en una interpretación que puede trasladarse 
al presente, a una etapa llamada A (de “globalización feliz” y “mercado 
autorregulado”), le sucede una etapa B, que implica la reacción de la 
sociedad al intento del capitalismo de imponer su utopía liberal.
Pero esa reacción de la sociedad puede adquirir forma revolucionaria o
 fascista. Hoy, señala Monereo, “las poblaciones del Sur de Europa 
reclaman que alguien les proteja del mercado, de los capitalistas, de 
los políticos, de los ladrones, pues todos son iguales en el imaginario 
colectivo de la gente”.
Todo ello tiene mucho que ver con el euro. Así, ¿Qué rol va a 
desempeñar España (y el Sur de Europa) en la nueva división 
internacional del trabajo que configura la hegemonía alemana? Por 
primera vez desde que la Unión Europea existe como “artefacto”, se da 
una gran estrategia estatal (por parte de Alemania) que compite con los 
demás países de la Unión por mantener y consolidar su hegemonía.
El proceso comienza con la caída del Muro de Berlín y la 
Reunificación alemana. En términos más simples, “hay un estado-nación 
que impone un proyecto de desarrollo hegemónico a costa de los demás 
estados”. Para ello, “los demás hemos de ser el protectorado de 
Alemania”. Por eso la Unión Europea es “irreversible” e “irreformable” a
 la vez.
¿Es casualidad que este proceso lo haya impulsado la socialdemocracia
 alemana con la Agenda 2010?, se pregunta Manolo Monereo. Y responde: 
“En Alemania se ha producido una alianza de clases entre los poderes 
económicos, la clase bipartidista y el apoyo de una parte sustancial de 
los sindicatos”.
“¿Por decir esto nos pueden llamar germanófobos?”, agrega. “La 
política neomercantilista alemana se basa en algo muy simple, arruinar 
al vecino; esto acaba con cualquier posible proyecto de integración”. 
Hasta este punto, los intereses del estado-nación alemán, pero la 
siguiente cuestión es por qué se acepta el “diktat” germano en países 
como España.
El proceso enunciado no puede desarrollarse sin corrupción, afirma el
 politólogo. “La corrupción es hoy el sistema”, añade. Y hace falta 
asimismo un “control salvaje de los medios de comunicación” (En España 
se da un duopolio en manos de Lara y Berlusconi). ¿Es casualidad la 
liquidación de los directores de La Vanguardia, El Mundo y El País?, se 
pregunta Monereo. Hoy, “caminamos por una Transición política dirigida 
por los poderosos”.
“No es casualidad que Pilar Urbano, supernumeraria del Opus Dei y 
amiga personal de la reina, salga ahora con su libro justo en un momento
 en que el monarca no quiere abdicar; y que ese libro lo publique José 
Manuel Lara. Además, la economía española se verá directamente afectada 
por la nueva división del trabajo en Europa que se está construyendo con
 la crisis.
Y que se basa en servicios hipertrofiados, sin ningún tipo de 
industria y con una agricultura residual (sobre ello hay un pacto de 
clases acordado por las burguesías española, catalana y vasca, que han 
suscrito todos los tratados europeos; un pacto que garantiza el capital 
alemán).
Alternativas. Tiene claro Manolo Monereo que la Unión Europea no es 
“renovable” ni “refundable”; además, “Europa no es lo mismo que la Unión
 Europea”. Y afirma, frente a esta situación de hecho: “voy mucho más 
allá de romper con el euro”. Se muestra partidario de “desglobalizar”, 
“desmundializar”, “reconstruir el estado” (un estado “fuerte”) y así 
constituir una República soberana, de base municipal, democrática y 
federalista.
Que se enfrente al actual régimen oligárquico. Una República con 
soberanía política, económica y cultural, que apunte a la construcción 
del socialismo (“para que no se nos olvide”) y a una Europa confederal, 
parte de una Europa euroasiática, que se enfrente al imperialismo 
talasocrático de predominio anglosajón.
Defiende Monereo una alianza euroasiática (que incluya a Rusia y 
China) dentro de un mundo multipolar. Más favorable para que los pueblos
 puedan liberarse.