Julio Anguita, durante la entrevista. //ENRIQUE GÓMEZ
Julio Anguita González (Fuengirola, 1941) está viviendo su etapa más
activa desde que dejó la primera línea de la política nacional, “los
cargos”, como él mismo lo define. Acaba de publicar un libro, junto a la
periodista Carmen Reina, de Conversaciones sobre la III República(Editorial
El Páramo) que ya ha agotado dos ediciones y que no para de presentar
en media España. Tras poner en marcha el Frente Cívico, un movimiento
social que renuncia a presentarse a las elecciones pero que aspira a
aglutinar a una mayoría para la movilización, Anguita no para de ser
llamado para impartir conferencias y asistir a programas de televisión
de máxima audiencia. Pese a su nuevo repunte de una popularidad, que ya
era alta, sigue fiel a sus costumbres, al bar al que acude todos los
días a tomar café, donde se desarrolla la entrevista. Es temprano. En la
televisión de la cafetería, encendida, se ve a José María Aznar. El día
de antes ha concedido su famosa entrevista que ha sacudido las costuras
del PP.
Podríamos empezar la entrevista por lo último…
… lo último es la amenaza de Aznar, que vuelve [risas].
Ah, bueno. Pues pensaba preguntarle por otra cosa, pero me
pone en bandeja una pregunta sobre Aznar, que parece que quiere volver a
la política, no como usted…
Yo estoy en la política. Lo que no vuelvo es a los cargos. Pero en
política estoy hasta que me muera. Lo que yo hago es política. Pero no
institucional.
¿El amago de Aznar, unido al regreso a la primera línea de la actualidad de Felipe González, es como un regreso a los 90?
Vamos. No quiero entrar en ese debate, que es un problema del señor
Aznar y del PP. He hecho un comentario jocoso al principio, pero no
quiero entrar en ese debate.
Lo que le iba a preguntar al principio, sobre lo último, es
porque la firma de Julio Anguita está encabezando un manifiesto que
circula por internet para que España salga del euro.
Mi firma es la tercera, por orden alfabético.
Usted siempre ha sostenido que la única salida a la crisis en España es que el país abandone el euro.
Hombre, siempre no. Pongamos que hace cinco años, sí. Esa posición se
debe a las consultas que uno hace, a las lecturas que uno hace, a las
reuniones con compañeros economistas que uno tiene. Somos muchos los que
en España siempre hemos mantenido una posición crítica con el euro,
pero el que ha tenido bien arropada su propuesta para la salida del euro
ha sido Pedro Montes, que pertenecía al área económica de Izquierda
Unida, fue economista por oposición del Banco de España, igualmente, con
su fallecido compañero Jesús Albarracín. Muy crítico con el euro fue
también otro miembro de IU, Juan Francisco Martín Seco, que es
interventor general del Estado y también apoya este manifiesto, junto a
una serie de economistas. Esta posición que al principio parecía muy
minoritaria se ha ido ampliando. Además, hoy es un debate. Sobre todo
cuando hay un economista inglés que dice que la deuda es impagable [se
refiere al economista Jeremy Warner, que ha publicado en The Telegraph
una tribuna que plantea que la deuda de España es impagable], tesis que
venimos manteniendo. La deuda no se puede pagar, se pongan ustedes como
quieran. Entonces, una de dos: o Alemania se va del euro, con lo cual
sería una solución, o los países del Sur, los famosos PIGS, tendrán que
salirse. Le daré un dato. El 20 de mayo de 2012 en el diario El País
Felipe González publicó un artículo donde se dice textualmente: “Cuando
construimos la moneda única se nos olvidó que…” Entonces dice que no
había una política financiera en común, que no hay una fiscalidad en
común. Es decir, el argumento que siempre habíamos usado nosotros para
rebatirle, él ahí lo había escogido. De modo que la salida del euro es
una, hay otras soluciones. Que se vaya Alemania, que se replantee la
construcción europea en torno a una entidad política y que desde luego
lo que se llamó la construcción del espacio social europeo se haga.
¿Qué consecuencias tendría para España su salida del euro?
No más difíciles que las actuales. Obligaría a no participar con
sacrificios sino con entender que empezamos una etapa difícil porque
entre otras cosas el diferencial de la peseta con la moneda única en
torno a la deuda podría elevarse. Pero claro, es que la salida del euro
implica otras medidas. Para empezar, una auditoría de la deuda. Y si hay
una parte de la deuda, que es lo más importante, que es ilegítima, no
pagarla. Y la otra otra de manera unilateral hacer una moratoria. Esas
medidas van concatenadas. Salirte del euro sin plantearte una deuda que
es impagable no tendría sentido. Luego la segunda medida es no pagar la
deuda. Eso lo hizo Argentina, ¿eh? Esto no es nuevo, esto no es nuevo.
Pero plantear esa salida del euro tendría una consecuencia dedefault sobre el país. No tendríamos dinero para pagar las pensiones, las prestaciones sociales…
¿Cómo que no? Dele usted a la máquina.
¿Al Banco de España?
Claro. Es que eso es recuperar la soberanía monetaria. Y aplique
usted una política de persecución del fraude fiscal, de persecución de
la economía sumergida, de erradicación de los paraísos fiscales. Esto no
es fácil. Esto es muy difícil, pero el marco existe y el modelo existe.
Mire usted a Estados Unidos. La máquina se pone en funcionamiento. Mire
usted, ¿es que hay un peligro de inflación? Evidentemente, pero bueno,
ya veremos. En la economía capitalista, el conductor, el político
siempre ha tenido dos caballos: la inflación y los déficits. Y tiene que
jugar con los dos. Unas veces le dejo a uno que corra más. En fin, los
ritmos.
Y en este caso sería el caballo de la inflación el que correría.
Pero, vamos, la inflación también se puede cortar, porque obedece a
muchas causas. Tenemos la inflación como consecuencia de que se acuña
mucha moneda, está la inflación de beneficios y de esta nunca se habla,
cuando los beneficios son bastante numerosos… Pero vamos, que
evidentemente la inflación es un riesgo. Yo tengo una manera de
trabajar: primero está la población, sino es que lo estamos sacrificando
todo a que las cuentas, la mecánica de las cuentas funcione. Y la
población tiene que comer todos los días.
¿El economista inglés al que se ha referido antes es el del diario The Telegraph?
Sí, lo he dejado para leérmelo ahora. Dice que la deuda es impagable,
cosa que ya decía hace cuatro años Pedro Montes. No se pueden pagar
cuatro billones de euros, se pongan como se pongan. Lo que están tirando
es balones fuera esperando a que el árbitro pite el final del partido.
Una patada hacia adelante. Aplazando los problemas al futuro.
Es la huida hacia adelante, esperando. Ellos operan el modelo que ya
Keynes planteó y que es muy viejo: todos los ciclos económicos tenían un
ritmo y ese ritmo va a volver. Lo que pasa es que estamos ya en una
situación en la que no hay ciclos económicos. El capitalismo ha llegado
ya a los últimos confines de la Tierra y no puede repetir el mecanismo
de resistencia. Y eso es lo que esperan, que venga un ciclo alcista. Y
no parece, no.
Con esa salida del euro se produciría un auténtico terremoto político en España.
Hombre. La salida del euro la tiene que aplicar un Gobierno. Y un
Gobierno con el apoyo mayoritario, luego el terremoto no sería tanto. No
podemos aislar la medida de quien la pone en marcha. Cuando me
preguntaban ustedes, los periodistas, cuando yo era candidato a la
Presidencia del Gobierno, ¿oiga usted, eso que está diciendo cómo se va a
aplicar? Miren ustedes, yo a la población le explico lo que voy a
hacer. Si me vota, ya está. O sea, un terremoto para el que no ha
ganado, por que el que lo aplica es que ha ganado. Cuando planteamos
esta medida partimos del supuesto de que eso hay que aplicarlo con la
fuerza mayoritaria.
Otra cosa que puede ocurrir es que directamente nos expulsen del euro.
No lo van a hacer. ¿Quién le va a pagar a los bancos alemanes? Son un
tigre de papel. Cuando el presidente de Ecuador Rafael Correa anunció
que iba a hacer una comisión para estudiar una auditoría de la deuda,
automáticamente la banca le ofreció una quita del 30%. Un 30%
inmediatamente. Así que no creas que tienen ellos las de ganar. Es que
pierden, porque a la banca alemana no se le paga. ¿Qué haces ahora? Esto
también es riesgo por nuestra parte, porque llega la presión
internacional… No estoy planteando una medida suave, pero no es más dura
de lo que hay actualmente.
Planteaba que para acometer esa medida lo tiene que hacer un
gobierno mayoritario. Usted desde el Frente Cívico rechaza presentarse a
unas elecciones. Ese discurso entonces tendría que calar en los
partidos que se presentan a las elecciones.
No, no. En la gente. A mí me interesa más la gente. Cuando la gente
cree fuerza, los partidos irán detrás. Los partidos no me preocupan a
mí, me preocupa la gente. Si creamos una fuerza social, los partidos más
ligados a nuestras ideas se pondrán detrás.
Con esta recogida de firmas inicia entonces la batalla de la
opinión pública a la que plantea que la salida a la crisis es la salida
del euro, valga la redundancia.
Hombre, mientras estén las cosas como están. También digo que hay
otras. Por ejemplo, que el proyecto de construcción europea retome la
baza política. Ir hacia un gobierno de Europa, la creación de una Europa
Federal, que eso significa redistribución entre los territorios para ir
a lo que se llama una cohesión económica social. Otra salida, que se
vaya Alemania.
Acaba de publicar junto a la periodista Carmen Reina el libroConversaciones sobre la III República (Editorial
El Páramo). Usted defiende que esa III República no como cambiar al Rey
por un presidente sino por una reconstrucción del Estado. ¿En ese
Estado volveríamos a hablar entonces de que nos regiría la peseta?
Si nosotros hemos cedido soberanía en nombre de un proyecto de
integración europea, pues esa cesión de soberanía tendría que valer de
alguna manera que el proyecto fuese así. Si no es así, se recupera esa
soberanía. Es algo puramente lógico. Lo que pasa es que nosotros hemos
cedido soberanía con mucha facilidad. Hay parlamentos que exigen los
tres quintos, hay otros que exigen un referéndum. Aquí, la Constitución
se hizo para entrar rápidamente. La actual construcción europea dista
mucho de lo que se anunció cuando se empezó a hablar antes del Acta
Única. Hay unos hitos en la construcción europea que son las propuestas
por ejemplo del diputado italiano Spinelli, el tratado de Ámsterdam de
1984, posiciones incluso de Jacques Delors, del primero, segundo y
tercer presidente de la Comisión Europea, que hablaban de la cohesión
social. Pero se han arrumbado. Llegó el Tratado de Maastricht y dijeron
fuera. Por tanto, esta construcción europea no responde a lo que en
principio se pensó. Luego, si no es así habrá que recuperar soberanía.
Esa es la lógica que se planteó en España cuando se habló de la
República. Ustedes no han cumplido con la Constitución, el pacto no
existe.
Aunque ahora los nuevos dirigentes europeos están hablando de fomentar la unión política y, sobre todo, la unión bancaria.
¿Por qué hablan de la unión bancaria? Porque en el fondo no quieren
unión política. Una unión política significa un gobierno europeo, que no
se hace de momento, sino dando unos pasos. Una interconexión entre los
distintos parlamentos. Pero esa realidad no se quiere. Lo que quieren es
tener una banca como instrumento fundamental de control y una
coordinación de gobiernos, no un gobierno europeo.
Ahora está creciendo en Europa el antieuropeísmo, en Grecia, en Reino Unido…
En Reino Unido no tiene sentido porque hasta ahora ellos no han hecho
nada más que sacar ventajas. Una de las cosas más tremendas fue la
concesión a la Thatcher del cheque británico, es decir, el dinero que
sobra para mí. Gran Bretaña es un movimiento extraño en la construcción
europea. Como ellos dicen, Europa es eso que hay ahí al otro lado del
Canal de la Mancha. Ellos se sienten más vinculados a Estados Unidos
cultural e históricamente. Lo que ocurre es que ese espléndido
aislamiento anida en ciertas clases sociales, y de ahí salen estos
partidos como el UKIP. Pero los que somos anti Maastricht en todo el Sur
de Europa es que estamos cargados de razón. Nos decían antieuropeos
porque ellos tenían una concepción dogmática: o ésta es la construcción
europea o lo demás no vale. ¿Porqué? Podemos hablar de otras opciones. Y
ahora ha llegado el momento de hablar de otras opciones. Lo que ha
caído es el discurso dogmático en el que estuvo Felipe González metido
hasta el final. Él es el responsable de ese discurso de Maastricht.
También como Aznar parece que hace amagos, al menos de marcar el discurso político.
Hombre, pues sería interesante que asistiéramos a un revival que
volvieran ellos dos allí, como los dos viejos pistoleros que aparecen
después en el Far West a ajustar sus cuentas. Sería interesante, un espectáculo que pediría yo primera fila para verlo.
Bueno, ya vio el de los 90 en primera fila.
No, no. Pero digo ahora. El otro no lo vi, en el otro participé. Participé en el duelo [risas].
Señor Anguita, lo que sí estamos viendo ahora, y eso no
ocurrió en los 90 cuando estuvo en primera fila, es una crisis absoluta
del bipartidismo. Al menos, es lo que trasladan las encuestas.
Lo que pasa es que esa crisis del bipartidismo tiene un buen
paraguas, que se llama la Ley Electoral. Y si no fíjese cómo bajando el
PSOE más que el PP, y también bajando el PP todavía las demás fuerzas
políticas no consiguen aunar un buen número de diputados que cuestionen
la mayoría. Esto indica que el bipartidismo está muy bien consolidado
gracias a una Ley Electoral que se hizo para eso. Por ahí circula un
documento que me han presentado para que dé mi opinión, en el que hay un
grupo de intelectuales que buscan que se pueda crear una candidatura
alternativa. Me temo que es otra vez para apoyar al PSOE. Somos un
pueblo que tiene poca memoria. Aquí olvidamos que fue Zapatero el que le
pidió a Mariano Rajoy que había que aprobar la reforma de la
Constitución. Cuando se opta por el Frente Cívico se opta por un camino,
el mío: no hay salida desde la mecánica normal. Evidentemente que todo
tiene que ser sancionado por las urnas, pero ahora mismo no se resuelve
en las urnas. Se resuelve en la construcción de un contrapoder, se
resuelve en la movilización. Además, no hay que escandalizarse. La
revolución es algo normal. Yo me baso en la solemne Declaración de los
Derechos Humanos que está hablando de que la rebelión es legítima. Y lo
dice Santo Tomás de Aquino, y John Locke, y la revolución francesa, y la
revolución americana. Pero quieren que todo el mundo se meta en el tema
electoral. Pues no me da la gana. Usted quiere que me meta en el
desfiladero donde están los indios arriba tirando las flechas. Yo no me
meto ahí.
¿Cómo va esa movilización del Frente Cívico?
Estas cosas no se deben decir. El Frente Cívico tuvo una arrancada de
caballo alazán y va camino de la parada del burro manchego. España es
un país que enseguida que aparece algo nuevo queremos ver los resultados
inmediatos. Pero aquí hay dos palabras que son tesón y paciencia. Ahora
vamos el 6 y 7 de julio a la constitución definitiva del Frente Cívico.
Espero que si los documentos que hasta ahora han servido de base que
han sido mis siete famosas cartas, las siete pastorales [risas], los
leen, se darán cuenta de que todos tenemos que irnos con otros, a
trabajar, a ayudarnos. Lo nuestro es la movilización y, sobre todo, que
tenemos la misión de intentar movilizar a la mayoría.
En España parece que las movilizaciones no san tan masivas
como cabría esperar de una crisis tan salvaje. ¿Tiene miedo la
población?
Claro que tiene miedo, porque lo poco que tienen, el que tenga poco,
lo pueden perder. Se ha repetido siempre que el hambre produce
revoluciones y no es verdad. Si cogemos la historia, las revoluciones
han venido en su germen primigenio de los privilegiados. La revolución
francesa se gestó en los salones en donde los intelectuales se reunían,
hablaban, eso se filtraba a una parte de la calle, la burguesía de
entonces, que necesitaba romper las cadenas que les imponían los señores
de la aristocracia… Pero vino de arriba. El pueblo, lossansculotte,
salió, arrasó y se sumó ya. En la revolución soviética lo mismo.
Comienza en la intelectualidad y en los elementos más avanzados del poco
proletariado que había en Rusia. Igualmente, la revolución cubana la
inicia un abogado, que es Fidel Castro. Y la revolución china empieza
con un maestro de escuela que es Mao Tse Tung. Entonces, ¿qué ocurre? En
esto soy muy duro con la cobardía de los intelectuales. A la gente que
no tiene que comer y que necesita el mínimo puesto de trabajo para
sobrevivir, no le pidamos la heroicidad. Cuando llegue el momento y le
hayamos allanado el camino sí. Pero la primera chispa en la rebelión es
para los que, y ahí me incluyo, hemos podido estudiar, hemos tenido
experiencia, percibimos un salario de jubilados… Y ahí veo que hay mucho
apesebrado, mucho pesebre.
¿Esa intelectualidad es quizás la que ahora le está moviendo el trono al Rey?
Hay un dicho muy antiguo que dice que es preciso que un hombre muera
para que se salve el Reino. Naturalmente, la figura del Rey es hoy una
pesada carga para el sistema monárquico y para el estatus de la Casa. El
Rey nunca ha sido una figura edificante, en absoluto. Pero ahora las
cosas que se silenciaban, se saben. El problema es el siguiente: ¿Felipe
VI va a acceder a ejercer el papel que ha ejercido el padre? Yo creo
que si el Rey abdica y Felipe gobierna, al cabo de dos años tenemos aquí
la República. Pero traída por la derecha. Esta idea la he repetido
hasta la saciedad. La República la trae la derecha. Cuando me refiero a
la derecha no sólo hablo de los partidos políticos, me refiero a los
intereses económicos que tienen que cambiar para que continúe el
chiringuito. Y si hace falta una república, se pone una república, eso
sí, muy conservadora. Entonces, los que solamente tienen de republicanos
darle aire a la bandera, incautamente van a caer en el barril. Por eso
hace falta un proyecto de república.
Sería como escribió el italiano Lampedussa en El Gatopardo, cambiarlo todo para que nada cambie.
Efectivamente. Y sobre eso la Historia nos da ejemplos todos los días.
¿Cómo asiste Julio Anguita a la tormenta de titulares de
casos de corrupción que vive España? Ya no se salva nadie: banqueros que
van aunque sea un día a la cárcel, el yerno del Rey, políticos, jueces.
Están todas las instituciones afectadas por la corrupción.
¿Cuál es el estadio más grande de España, el Bernabeu o el Nou Camp?
El Nou Camp.
Pues una inmensa sala de juicio con no sé cuántas decenas de miles de
inculpados sentados allí, en el Nou Camp. Todos los que han gestado
esta situación en la que hay que meter a políticos, a banqueros, a
medios de comunicación, a intelectuales que han dicho que esto era la
modernidad. En ese inmenso campo habría que juzgarlos a todos. Es un
juicio de papel, evidentemente. No estamos hablando de algo en serio.
Ahora está pasando lo que venía de antes. Recuerdo los discursos de
Solchaga [ministro de Economía con Felipe González], y los de Felipe
González, y los discursos de que los demás éramos unos anticuados
mientras se destruía tejido productivo, mientras se vendían las
empresas, mientras España era el ladrillo, el turismo y los salarios
bajos. Tenemos más autopistas que nadie, porque eso les generaba el
negocio… Esto es el juicio a las clases dirigentes del país. Es un
juicio de la Historia. Y hay que sentarlos a todos. Incluido a mí,
aunque sé que me tendrían que soltar inmediatamente porque yo no tengo
ningún problema en sentarme allí también.
La población asiste atónita a los juicios porque no acaba de confiar en la Justicia, no la ve justa.
Algo tiene la población también de responsabilidad. Cuando la gente
vota, tiene su parte de responsabilidad, lo que pasa es que no le gusta
que se lo digan. Pero la tiene.
¿Qué le parece el decreto sobre la expropiación temporal de
viviendas que ha aprobado la Consejería de Fomento y Vivienda de la
Junta de Andalucía?
Estoy de acuerdo. No me parece quizás la medida más avanzada, pero me
parece muy bien porque ya apunta, ni más ni menos, algo que es de
justicia: no puede haber gente sin casa y pisos vacíos. No puede haber.
Porque atenta contra el derecho de la ciudadanía. En consecuencia, el
derecho natural sancionado por la Declaración de los Derechos Humanos
dice que se pierde la propiedad. Así de claro. Punto. No hay que
discutirlo. Porque hay un momento en la Historia en el que los derechos
se imponen, y punto. Ya no hay más que discutir.
Aunque sólo sea por ese decreto, ¿ha merecido la pena el pacto de gobierno entre el PSOE e IU?
Una persona puede tener una trayectoria nada edificante y en su vida
ha habido un momento en el que, bueno, dio amor o se portó muy bien.
¿Qué le parece, como profesor y político, la reforma de la
Ley de la Educación que hace que la asignatura de Religión compute en la
nota media de un alumno?
Soy un profesor, pero un profesor que tengo ideas y hablo de la
enseñanza. Como profesor soy el exponente de una trayectoria de
enseñanza que ha habido en este país y que es hija de la Ilustración. Y
la enseñanza no es independiente. Ahora estamos dominados por una visión
de la enseñanza clerical con olor a sacristía. ¿Qué vamos a esperar? A
mí del PP me parece normal. Y que la Iglesia española, que siempre ha
sido agreste, montaraz y trabucaide, haga esto porque es lo mismo. A mí
lo que me molesta es el grito en el cielo que pone el PSOE porque él fue
el responsable. Cuando su secretario general dice el otro día
amenazante que bueno que ellos van a hacer que se cumplan los acuerdos
del año 1979… ¡Hombre! Entonces, la situación de hoy la trajo el PSOE,
que fue tolerante y cedió ante una Iglesia española muy mal acostumbrada
que cada vez va a pedir más y más. Pues ya la tenéis aquí. Para mí
sería muy fácil decir que el PP tal. No, no. El PP es el PP y ya está.
Un granado no da nada más que granadas, y sus alianzas con las sotanas
están clarísimas. Es el otro el que no cambió esta situación.
¿Tan fuerte es ese poder fáctico de la Iglesia como para
marcar la agenda de un Gobierno y cambiar de arriba a abajo una ley tan
importante como la educativa?
Cuando los gobiernos no tienen más contacto que los palacios, las
élites, los directores de los medios de comunicación más influyentes,
sí. Porque la Iglesia tiene poder. Pero cuando el Gobierno dice luz y
taquígrafos la Iglesia no tiene poder ninguno. Ninguno. Hay una prueba.
Las bodas religiosas han ido bajando, los niños no daban clase de
Religión, el descreímiento de este país es tremendo. Y salvo los
folclores de la Virgen del Rocío pues la religión no tiene fuerza.
Además digo una cosa: los profesores de Religión no enseñan religión,
porque religión también es el Islam. Como asignatura la Religión tiene
cuatro apartados: la vida sobrenatural, el dogma, la moral y la
liturgia. Esa es la asignatura. Y de eso no enseñan nada porque eso no
se lo cree ya nadie. La dogmática y la vida moral en esta sociedad no se
la cree nadie. Entonces, ¿a qué va la Iglesia? A mantener el poder, a
mantener los privilegios económicos, quedarse con la Mezquita por 30
euros, y ya está. Entonces, la alianza con la calle y la realidad disipa
todos esos pactos palatinos. Pero son incapaces porque su naturaleza le
tira al pacto palatino se encuentran en inferioridad y hacen lo que
diga monseñor Rouco Varela. Que diga misa, que es lo suyo [risas].
Ha hablado de la Mezquita de Córdoba, una ciudad de la que
fue alcalde. La Iglesia ha inmatriculado a su nombre por 30 euros todo
un edificio Patrimonio de la Humanidad tras una reforma de la Ley
Hipotecaria impulsada por Aznar. ¿Qué piensa de esa acción y cómo parece
que la población ha asistido callada o al margen?
La Iglesia está en la línea que ha estado siempre. En España ha
tenido una unión con el poder siempre, pero desde el emperador Teodosio.
Hubo dos momentos muy breves en que no, la Primera y Segunda República,
y determinadas cosillas en la época de Carlos III con la expulsión de
los jesuitas en España y en Portugal con el marqués de Pombal. Lo que ha
pasado con la Mezquita no sé si la población lo sabe, pero aunque lo
supiera creo que haría lo mismo. El llamado cordobesismo no es ni más ni
menos que una de las manifestaciones de la pereza mental, exaltado a
nivel de filosofía de vida.
¿Qué le parece el rezo compartido en la Mezquita?
Me parece lo más normal, porque lo mejor que pueden hacer las tres
grandes religiones monoteístas, viendo como está el espíritu secular que
invade al mundo, es juntar los tres chiringuito. El gran Al-Hakem II,
que era el príncipe de los creyentes y por tanto el jefe religioso
máximo en Córdoba, en un momento dijo: “yo creo que cada una de las tres
grandes religiones tiene parte de razón”. Eso era inconcebible en esa
época, porque era como el Papa de entonces, el califa. Esto yo no creo
que ahora lo diga un Papa porque quieren ser los únicos.
¿Ha vuelto a la Mezquita últimamente?
No, hace mucho tiempo que no voy. La conozco, algunas veces la he enseñado.
La palabra Mezquita ya apenas aparece por ningún sitio.
Sí, ahora es Catedral.
Es como una nueva catequesis…
Sí, pero además ellos aplican la historia como quieren. Es verdad que
allí hubo una iglesia mayor, llamada de San Vicente, y que cosa
incomprensible para determinados católicos se trazó un telón y en una
parte había rezos cristianos y en la otra musulmanes. Y después se le
dio dinero para que se fuesen a otro sitio. La persecución sistemática
de la Iglesia Católica contra cualquier disidencia, la imposición del
bautismo en Granada violando las capitulaciones que firman los Reyes
Católicos con Boabdil, eso no se dio en Córdoba. No hay cosa peor que
tener la religión verdadera. Tremendo.
Y pensar que uno siempre tiene la razón.
Sí. Claro, claro.
andalucesdiario.es
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