Antes de ninguna otra consideración sería interesante acordar entre los participantes el estado actual del proceso de coordinación y confluencia de diferentes personas que ha desembocado en el F.C. así como la perspectiva de profundizar en la coordinación y el horizonte de la misma (si se quiere llegar a otro nivel de organización)
Es indudable que el grado de organización y estructuración responde al acuerdo sucesivo entre los participantes y en la actualidad se plantean algunas preguntas:
· ¿Cómo se consolida esta estructura para que de respuesta a las necesidades de los participantes?
· ¿Para qué queremos consolidar esta estructura?
· ¿Va a seguir evolucionando y cambiando con la incorporación de otros o otras participantes?
· ¿Va a ser el un dialogo entre dos o un dialogo multilateral “uno a uno” entre participantes y aspirantes?
El espacio actual parece responder a un grado organizativo en el que las partes disponen de un elevado grado de autonomía y soberanía en sus respectivos ámbitos de actuación, ya sea desde el punto de vista territorial como desde el punto de vista del trabajo sectorial, y se promueven espacios comunes para el impulso de acciones y propuestas de coincidencia unánime.
En cada territorio o ámbito sectorial a su vez se confluye con otros sectores, organizaciones, colectivos o entidades (con sus respectivos interlocutores naturales en otros territorios o sectores) y fruto del esfuerzo, del trabajo bien hecho y de la actividad militante se empiezan a dibujar horizontes de crecimiento de muy diversa complejidad y profundidad.
Mientras en algún territorio se plantearán comisiones coyunturales y puntuales de fuerte componente “mediático” enfocadas en lo local y lo inmediato, en otros territorios se abordara planteamientos que llegarán a una verdadera y profunda integración que irá más allá de la suma de factores.
Es legítimo que en el momento actual se suscite el interés de todas o algunas de las partes por establecer un marco de común acuerdo que regule las relaciones actuales, los mecanismos de decisión y participación, los procedimientos para crecer, los modos de relación e interlocución externa, etc.
Con independencia de la respuesta a estas cuestiones habría algunos criterios que podrían servir para mejorar los niveles de coordinación para seguir caminando juntos salvaguardando la autonomía y soberanía que se mencionaba al principio.
Órganos unipersonales.
Una opción es evitar los órganos unipersonales en las instancias de la Coordinación. Las personas que componen los órganos - comisiones no ostentan más que el grado de pertenecer, de ser miembro de dicho órgano. Una gestión adecuada permite transmitir una imagen de cohesión más potente que la de organizaciones con órganos unipersonales con una acusada deriva presidencialista.
Órganos de deliberación – decisión colegiados.
Es obvio que la aplicación del criterio anterior deriva necesariamente en la adopción de una estructura basada en la colegiación de los procesos de deliberación y decisión.
La composición de este órgano colegiado deberá garantizar la igualdad de representación de todas las comisiones participantes, y como método de respetar la autonomía y soberanía de cada grupo tendrá una estructura paritaria. Es decir, todas estarán presentes y con independencia de la composición de esa representación (que cada comisión puede cuantificar de acuerdo con las demás) cada comisión tiene el mismo peso a la hora de decidir (No se pondera el voto por territorialidad, volumen de participante, etc. (Aparecerán algunos clásicos como Organización, Finanzas, Comunicación, Seguimiento-coordinación externa (con otras organizaciones) y algunas sectoriales que irán surgiendo de las propias necesidades organizativas (Inmigración, Mujer, Acción Social, etc.)
Esta instancia sería un equivalente a la dirección, secretaría general, comisión permanente, etc., con el ritmo de reuniones más frecuente para el seguimiento más cotidiano y cercano.
Áreas y/o sectores de elaboración – evaluación colectiva.
Reparto de áreas de trabajo o elaboración en número suficiente pero limitado para evitar la dispersión,(falta de eficacia ante el gran número de participantes) Estas estructuras de área tendrán un funcionamiento básicamente asambleario para recoger con facilidad y eficacia todas las sensibilidades y propuestas de trabajo. Podrán participar en sus asambleas generales los afiliados y/o territorio que lo deseen, objetivamente buscando la concreción de las propuestas.
Es un nivel de coordinación transversal que deberá tener margen de acción para elaborar propuestas de análisis y de acción, social y política en su caso. Todas esas propuestas se trasladarán al órgano colegiado para su seguimiento, que no aprobación.
El ritmo, frecuencia y ordenación de las reuniones (por territorios, sectores, etc.) será fijado de manera autónoma por cada área pero es conveniente establecer mínimos para un uso eficiente del tiempo común.
Órgano de Representación General
La incorporación de esta representación transversal (una representación – pueden ser más de una persona - por área) al órgano colegiado mencionado con anterioridad formaría un órgano amplio, una especie de Consejo Ejecutivo, o Consejo Director o algún otro nombre más potable desde el punto de vista de clase, donde se resolverían las contradicciones o conflictos que pudiesen existir entre los planteamientos de las áreas y el órgano colegiado.
La representación de las áreas, aún pudiendo ser de más de una persona, sólo contará con un voto por área, para no ralentizar el proceso de debate en el órgano colegiado y fomentarlo en el nivel transversal.
Este Consejo General, o como se decida denominar, tendrá reuniones más espaciadas de manera ordinaria para abordar todos los asuntos generales y podrá tener reuniones extraordinarias y/o monográficas a convocatoria del órgano colegiado o de la proporción de áreas que se establezca.
Algunas posibilidades que ofrece el modelo.
Este esquema respeta escrupulosamente la autonomía y soberanía para con cada comisión participante y la igualdad entre todas ellas.
En este orden de cosas, la incorporación de cualquier otros, ya sea por invitación expresa o por acercamiento voluntario garantizaría un espacio de respeto mutuo independientemente de la implantación territorial, tamaño o vocación sectorial. En cualquier caso sería conveniente establecer un criterio de aceptación positiva de las comisiones participantes o al menos la ausencia de una negativa expresa para la incorporación de nuevos grupos que tendría que asumir este método de funcionamiento colectivo.
La consolidación en sí misma de esta estructura debería favorecer la proyección pública de las comisiones participantes y el conjunto de la organización.
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