viernes, 21 de marzo de 2014

¿Esperabas otra actuación de alguien con tan pocas luces?

Juan Rivera
Colectivo Prometeo. FCSM 

 

    En la década de los 50, ejerció de alcalde de Sevilla Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas. Marqués del Contadero. De este aristócrata contaba Antonio Burgos una jugosa anécdota. Sus elitistas amigos del Aero Club, al enterarse del nombramiento dijeron:
Ea, que Momo Contadero era tonto nada más que lo sabíamos aquí, pero ahora, por culpa de Franco, se va a enterar Sevilla entera...”
     Sin querer reproducían con la broma una idea presente en múltiples refranes: basta con poner el foco público en un personaje para que éste se retrate tal como es. De ahí dichos tipo “cuando un tonto coge un carril, se acaba el carril y sigue el tonto” porque el obtuso empecinado seguirá contra viento y marea, erre que erre; o que “si quieres conocer a fulanillo dale un carguillo” pues éste, con mando en plaza, destapará el tarro de sus esencias.
    Resulta curioso -y desalentador a la vez-, comprobar cómo en Córdoba el primer espada municipal, en dura competencia con su propia ineptitud, se empeña día tras día en encarnar aforismos como los antes mencionados, cegado por su visceral odio a la iniciativa del Rey Heredia.
    Si tras cinco meses la Acampada Dignidad se ha convertido en una referencia de la Córdoba solidaria y con valores humanos, lo ha conseguido pese a los denodados esfuerzos del señor Nieto por cargársela.

    Al munícipe no lo frenan los daños que sus actuaciones puedan provocar a las decenas de adolescentes y niños que asisten a clases gratis de apoyo, ni el centenar de personas que comen dignamente gracias a la iniciativa. Tampoco el apoyo que miles de cordobeses han dado a la recuperación del Centro participando en talleres, lecturas, conferencias, debates, asambleas o auto inculpándose.
    Como una caricatura del malo de la película, el alcalde-gavioto no duerme tranquilo si no intenta su mala acción semanal contra el Rey Heredia. Entre las trastadas más sonadas: cortar el agua para que no funcione la cocina o conseguir que en estos momentos sean ya catorce los imputados por su denuncia en el Juzgado.
    Ayer miércoles 19, coincidiendo con su onomástica, intentó la última: cortar la luz. Si lo que quería era un recordatorio por su santo, lo tuvo. Fueron muchos voluntarios a quienes su nombre, convenientemente adjetivado, se les vino a la cabeza mientras trasladaban los congeladores con la comida al local de la CNT, para evitar que los alimentos se deteriorasen. Evidentemente, la actividad sigue con normalidad pese a su inquina.
    Sus acciones recuerdan cada día más la táctica de los “asustaviejas”, los acosadores inmobiliarios. No le importa bordear la coacción. Todo sea por la patria que emerge tras su curioso concepto de “defender el patrimonio público”. El mismo regidor que quiere privatizar toda empresa o ente municipal que pueda ser jugosa para un empresario, perdón, emprendedor voraz, el mismo político que apoya que la Iglesia haya inmatriculado por unos pocos euros (gracias a una ley a la carta a su favor) un monumento que es de todos como la Mezquita, ve una aberración y un ataque inadmisible a su autoridad que la ciudadanía haya recuperado un edificio al que se estaba dejando caer en la ruina.
    El mal funcionamiento de nuestro sistema político se manifiesta de nuevo cuando una persona, un partido, una ideología, dedican tan poco tiempo a frenar el empobrecimiento planificado de la mayoría y tantos esfuerzos a intentar destruir un proyecto colectivo como el de la Acampada Dignidad.
    El delito cometido es reivindicar sin bajar la cabeza y no pedir limosna. Mostrar el camino que pretenden ocultar: la mejor manera de conservar un derecho es luchando para que no te lo quiten. Y es lo que han conseguido introducir en el añejo discurso político iniciativas como el extremeño Campamento, la cordobesa Acampada y están difundiendo por todo el territorio las Marchas de la Dignidad que en estos instantes avanzan hacia Madrid, jaleadas y animadas por la mayoría ciudadana, donde el sábado confluiremos en una movilización que se prevé histórica.
    Algo ha fallado cuando se ha utilizado el poder político para ahondar la brecha social y permitir que unos pocos se enriquezcan a costa del resto. Un cáncer que debe ser urgentemente extirpado amenaza a una sociedad cuando, en el mejor de los casos, las autoridades electas miran hacia otro lado o en el peor contribuyen directamente al asalto de la riqueza pública para privatizarla.
    Hace unos años ya intuíamos lo que sabemos hoy con certeza: la derecha depredadora puede cambiar de rostro, ser más o menos amable, más o menos populista, más o menos nostálgica del franquismo, pero no se moverá nunca de sus dos pilares de referencia: fanatismo religioso-ideológico y darwinismo social.
     En Córdoba, al igual que en el resto de España, antes que optar por Razón e Ilustración, preferirán elegir Oscurantismo y Papanatismo. Conscientes de la escasez propia, siempre estuvieron contra las Luces. Por ello la querencia a intentar cortársela a los demás.

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