Manuel Pezchico
Miembro de Ética política y Ciudadanía y del Frente Cívico Somos Mayoría de Málaga
Desde hace siete meses, en nuestra provincia se vienen realizando una
serie de encuentros entre distintas organizaciones y particulares, que,
ajenas a intereses personales, solo se mueven por el más sano objetivo
de ser útiles a la sociedad, sin perseguir ninguna compensación a
cambio.
En este foro están participando las más variopintas
ONGS, asociaciones y voluntarios, constituyendo lo que ha venido en
llamarse el “Grupo Motor de Málaga (GMM)” para la recogida de
iniciativas que serán tenidas en cuenta en la futura LEY ANDALUZA DE
PARTICIPACION CIUDADANA.
En palabras de uno de sus componentes de
los grupos de trabajo en que se articulaba el III Encuentro Provincial
la para la Elaboración de la Ley, el pasado 17/05. “Las personas que se
han venido reuniendo de forma periódica, desde una posición inicial, han
pasado de ser meros portavoces de distintas realidades a convertirse en
un verdadero EQUIPO DE TRABAJO, con el objetivo común contribuir con
sus aportaciones a la mejora de la futura Ley”.
Hasta aquí nos ha
traído un llamado de las instituciones del gobierno autonómico, en este
caso de la Consejería de Administración Local y Relaciones
Institucionales de la Junta de Andalucía, que, de este modo, materializa
su interés en que la ciudadanía de a pie, pueda manifestar su punto de
vista sobre la referida norma, con anterioridad a que salga a la luz
pública.
En gran medida, a algunos de nosotros, lo que nos ha
llevado a participar en este proyecto es un simple y elemental ejercicio
de coherencia. ¿Cómo van a rechazar esta invitación los que, de forma
continuada, en sus reuniones, sus iniciativas y en las calle exigen ser
escuchados al grito de “¡¡No nos representan!!”?
No niego que
exista cierta prevención y desconfianza sobre la efectividad de
participar en un proyecto promovido y auspiciado por el uno de los tres
poderes del Estado, que, al igual que los dos restantes, han visto
empañada su gestión por la sombra de la corrupción, que, en connivencia
con la voracidad del poder económico, son los causantes de muchos de los
males que aquejan a esta sociedad, que ya no es del “bienestar”.
Es
evidente el nivel de desafección popular que provocan los continuos
casos de corrupción y privilegios de los que disfruta, entre otros, la
clase política. Partiendo de esta base es muy difícil promover la
participación real de “electorado”.
La ciudadanía manifiesta de
forma continuada, su repulsa a los miembros de las instituciones que se
creen con el derecho de representarla por el simple hecho de ser
depositarios de los votos emitidos cada cuatro años, sin respetar
siquiera el programa electoral que les sirvió para auparlos al poder.
Ante
tal estado de cosas, surge el interrogante, incluso manifestado por los
propios organizadores del evento, de si con la participación de la
ciudadanía, estaríamos apoyando a las instituciones cada vez más
distanciadas de la realidad social o serían las propias instituciones
las que estuvieran buscando revertir esta situación mediante la
participación ciudadana, lo que, indudablemente, supondría un cambio
copernicano y radical.
Pero la gente de la calle cada vez resulta
más desconfiada y, entre el individualismo que la lleva a preocuparse
cada uno de lo suyo y la triste experiencia de haber sido defraudada
muchas veces en sus expectativas, no distingue entre las voces reales y
los “cantos de sirena”.
La tan deseable credibilidad debe ser
ganada a pulso mediante la puesta en práctica un tratamiento de choque
de carácter interno, al que no sería ajeno un compromiso ético por parte
de los cargos públicos, una recuperación de los valores de solidaridad y
servicio desinteresado a la sociedad, tolerancia cero contra la
corrupción, renuncia voluntaria a cualquier tipo de privilegios…..en
resumen un comportamiento verdaderamente ejemplar que limpiara el buen
nombre del servidor público.
La implementación de estas medidas
nos llevaría a otro tipo de democracia, más participativa, en la que los
miembros electos estuviesen siendo continuamente evaluados en su
actividad por sus electores y donde tendría razón de ser el tan
necesario “Observatorio de Ética Política y Ciudadana”, que velase por
prever y erradicar prácticas impropias.
Personalmente, desde mi
incorporación a este proyecto, echaba en falta la presencia de
determinados colectivos, que, de forma reiterada e insistente han
exigido ser oídos reclamando su derecho a una vida más justa.(PAH,
Mareas Ciudadanas, Colectivos en Riesgo de Exclusión Social,
Yayoflautas…), la mayoría de ellos nacidos a la sombra de lo que ha
venido en denominarse el espíritu del 15m.
Desde el más riguroso
alejamiento del cualquier tipo de protagonismo, no he abandonado, ni por
un solo momento, el convencimiento en el derecho que asiste a cualquier
“pez chico” a manifestar su opinión, que debe ser oída y atendida, por
las instituciones, en caso de ser mayoritaria, sin estar, para ello,
obligado a pertenecer a las mismas, porque….si nos empinamos para
intentar alcanzar mayor altura que la que ya tenemos como seres humanos,
solo corremos el riegos de dislocarnos algún tobillo y convertirnos en marionetas, útiles para los que manejan los hilos, ocultos tras el escenario. ¡Un fantoche!¡Un esperpento!
Constatadas
tan significativas ausencias, y reivindicada nuestra identidad de
“morralla” (como diría Carlos Cano) y el anonimato, que nos complace y
enorgullece; no puedo por menos que manifestar mi satisfacción al
escuchar en este encuentro, por boca de José Cosín, la voz de los que
iniciaron, hará cosa de un año y medio la Iniciativa Legislativa
Popular, que fue la semilla del motivo que ahora nos congrega y de la
que se obtuvieron algunos resultados (implantación del escaño 110,
reducción de firmas de 75.000 a 41.000 para las ILP y el uso de la firma
digital), quedándose otros muchos por el camino.
Como miembro de
la asociación Ética Política y Ciudadanía integrada en el Frente
Cívico Somos Mayoría y antes de esto, como persona integrada distintas
organizaciones vinculadas al movimiento que se inició el 15 de mayo de
2011, no he dejado de apreciar, el compromiso social, que tiene con los
más desfavorecidos un grupo de personas que han promovido acciones como
la salida del CIES de Sid Hamed Bouziane, y el posterior cierre del
centro, los realojos de la Corrala Buenaventura, el apoyo al surgimiento
del “Banco Güeno”, las luchas por el agua en la Palmilla…Desde luego,
una forma distinta de participar, pero, desde mi punto de vista,
absolutamente válida y necesaria.
Pensaba yo, con mis cortas
entendederas, que esta gente tenía algo que decir en lo relativo a la
“participación ciudadana”, y cuál no sería mi, agradable, sorpresa
cuando en el plenario y en el grupo de trabajo, tuve la ocasión de
escucha la voz de esos que no tienen voz y que están tan lejos de las
instituciones y de las últimas tecnologías, porque…a duras penas, saben
leer y escribir.
Entiéndaseme bien, este no es un alegato
“tecnófobo”. La democracia líquida, la 4.0, la Democracia Digital
Andaluza…. son el futuro y abren el abanico de la participación, pero…
debemos estar prevenidos contra el riesgo de sentirnos satisfechos por
haber creado un “castillo de cristal” que hoy por hoy, puede estar
dándole las espaldas a una acuciante realidad que vive fuera de la
“red”.
Ojalá que este fruto, a pesar de ser “sietemesino” se
consolide en una Participación Real de la Ciudadanía en los asuntos que
le son propios y esta esperanza no quede reducida a una mera ilusión.
En
cualquier caso el tiempo lo dirá. Por el momento, vaya por delante el
mensaje para los “políticos” de uno de los miembros del grupo de trabajo
en el que tuve el honor de participar en esta jornada: “Señores
políticos, ¡no defrauden las expectativas de los ciudadanos!, ¡no nos
engañen!”.